La mejor manera de tratar la obesidad abdominal en las mujeres es entender qué la causa y hacer cambios en el estilo de vida que disminuyan su riesgo. Puedes empezar por reducir tu consumo de carbohidratos. Estos son más fáciles de reducir que las grasas. Además, debe intentar dormir lo suficiente. Sin embargo, también debe evitar hacer demasiado ejercicio o hacer dieta.
Intervención de yoga
Un ensayo controlado aleatorio que compara una intervención intensiva de yoga para la obesidad abdominal en mujeres con un grupo de control muestra resultados prometedores. Los sujetos informaron de una reducción significativa del perímetro de la cintura, una disminución del IMC y una mejora de la autoestima, así como una disminución del estrés subjetivo. Además, las participantes informaron de mejoras en su salud general, en su calidad de vida y en su autoestima.
El estudio incluyó a sesenta mujeres que se inscribieron tras dar su consentimiento informado. Las participantes eran similares en edad, educación y características sociodemográficas. La mayoría estaban casadas, tenían al menos un título de secundaria y estaban empleadas. El IMC medio de las participantes en el estudio era de 34,2+/-5,4. La intervención de yoga fue eficaz para las mujeres que tenían un IMC elevado y estaban en riesgo de desarrollar obesidad abdominal.
La investigación actual tiene varias limitaciones. Sus métodos utilizaron medidas de autoinforme sobre el ejercicio, y sus interpretaciones son limitadas. Los investigadores tampoco utilizaron acelerómetros, estudios de las comidas o fotografías de los alimentos para recoger los datos. Los autores recomiendan métodos de investigación más rigurosos, como agua doblemente etiquetada, acelerómetros y estudios de las comidas.
La intervención incluyó un taller inicial de un día completo, y dos clases semanales de yoga de 90 minutos durante un período de doce semanas. Estas clases incorporaron aspectos del yoga integral desarrollado por Swami Sivananda.
Mejorar los hábitos de sueño
Mejorar los hábitos de sueño puede ser una forma eficaz de tratar la obesidad abdominal en las mujeres. El estudio descubrió que las mujeres que declararon tener una buena calidad de sueño tenían menos probabilidades de padecer obesidad central que las mujeres que declararon tener una mala calidad de sueño. Además, la duración del sueño está correlacionada con el IMC en forma de U. Esto sugiere que las mujeres con una buena calidad subjetiva del sueño pueden tener menos tiempo para la actividad física durante el día.
Los investigadores examinaron la relación entre la obesidad central y la calidad del sueño en mujeres chinas en edad reproductiva. Descubrieron que ambas cosas estaban relacionadas pero no eran causales. Aunque el efecto de la calidad del sueño era pequeño, se encontró que estaba asociado con la obesidad central. Además, la calidad subjetiva del sueño y las puntuaciones de los trastornos del sueño estaban relacionadas con la obesidad central. La calidad del sueño también se asoció con la presencia de síntomas de sueño, como la dificultad para respirar o los malos sueños. El estudio también descubrió que la contribución independiente de la calidad del sueño a la obesidad central era menor que la de otros factores como la edad, el sexo y el estado de salud.
El estudio descubrió que la falta de sueño puede aumentar la ingesta de alimentos. La falta de sueño también aumenta la sensibilidad del cerebro al olor de la comida. Esto da lugar a una reducción del autocontrol y a un aumento de la ingesta de alimentos ricos en calorías. Además, los investigadores descubrieron que la falta de sueño puede aumentar el riesgo de diabetes y enfermedades cardíacas.
Hacer dietas excesivas
La obesidad abdominal es un problema serio que puede provocar graves problemas de salud. Pone a las personas en riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes de tipo 2, hipertensión arterial y una serie de otras afecciones. Las mujeres y los hombres que tienen un gran perímetro de cintura son especialmente susceptibles de sufrir estas afecciones.
Hacer demasiado ejercicio
La obesidad abdominal en las mujeres puede ser un problema frustrante al que enfrentarse. Puede que esté haciendo todo lo posible para deshacerse de ella y, sin embargo, no cede. Puede ser un caso de grasa central que tiene una mente propia. Las dietas y los ejercicios excesivos pueden empeorar la situación. Es fundamental encontrar el equilibrio adecuado entre el ejercicio y la dieta para lograr los resultados deseados.
En el estudio participaron 27 mujeres obesas con síndrome metabólico que completaron una de las tres intervenciones de ejercicio aeróbico de 16 semanas. En un grupo, las participantes mantuvieron sus niveles actuales de actividad física, mientras que en el otro grupo hicieron ejercicio cinco días a la semana a alta intensidad. La intensidad del ejercicio se ajustó al gasto calórico.
Estrés
El estrés se ha relacionado con un aumento de los depósitos de grasa abdominal en las mujeres. Esto está mediado por la respuesta de despertar del cortisol, que se asocia con el aumento de la grasa abdominal. En un estudio reciente, los investigadores descubrieron que el estrés relacionado con la escuela era un moderador significativo de la CAR y la deposición de grasa abdominal. También observaron que las mujeres que informaron de más eventos estresantes durante la escuela tenían una mayor CAR y eran más propensas a tener un aumento en el número de células de grasa abdominal.
El estrés crónico reduce la capacidad del cerebro para controlar el hambre. Por ello, las personas estresadas tienden a comer grandes porciones de comida sin darse cuenta. El exceso de calorías de toda esa comida no tiene otro lugar al que ir, y se almacena en la región abdominal. Esto está relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes.
En un estudio, los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio examinaron la relación entre el estrés y la obesidad abdominal de las mujeres. Pidieron a las mujeres que respondieran a preguntas sobre sus niveles de estrés y luego les dieron una comida alta en calorías. Luego midieron las tasas metabólicas, los niveles de cortisol y otras respuestas fisiológicas. También descubrieron que las mujeres con altos niveles de estrés tenían niveles más altos de insulina que las mujeres que no estaban estresadas. Este aumento de la insulina es un factor que contribuye al almacenamiento de grasa.
Un segundo estudio descubrió que el estrés es un importante factor de riesgo para la obesidad abdominal. Aunque los niveles elevados de cortisol se asocian a un aumento de la grasa abdominal, la relación exacta entre el estrés y la grasa abdominal sigue sin estar clara. Sin embargo, los resultados de este estudio indican que los niveles elevados de cortisol contribuyen a la grasa abdominal, lo que lo convierte en un objetivo potencial para las intervenciones de reducción del estrés. En el estudio participaron 47 mujeres con sobrepeso u obesidad que fueron asignadas aleatoriamente a un programa de alimentación basada en la atención plena o a un grupo de control. Además de evaluar la atención plena y los comportamientos alimentarios, los investigadores utilizaron la abrasión de rayos X de doble energía para evaluar la grasa abdominal. El programa basado en la atención plena redujo significativamente los niveles generales de estrés, la ansiedad y el comportamiento alimentario externo en comparación con el grupo de control. Los resultados tampoco mostraron diferencias en el promedio de CAR y peso entre los grupos.
Genética
Aunque no existe un único gen que determine la obesidad abdominal, los investigadores han identificado múltiples genes que afectan a la distribución de la grasa tanto en hombres como en mujeres. Estos genes están asociados con el tamaño y la forma del abdomen. Además, están vinculados a rasgos metabólicos, como el IMC y la resistencia a la insulina. Los resultados de este estudio son coherentes con los hallazgos de estudios anteriores sobre el índice de masa corporal de las mujeres.
La obesidad es un grave problema para la sociedad y afecta por igual a individuos ricos y pobres, educados y no educados, en sociedades occidentales y no occidentales. La cantidad de grasa corporal que tiene una persona difiere de una a otra, y algunas tienen más grasa corporal que otras. Los modelos animales, los estudios de gemelos y los estudios de asociación de grandes poblaciones sugieren un componente genético en la susceptibilidad a la obesidad. Aunque la investigación continúa, ya está claro que la obesidad es un rasgo complejo.
Los genes implicados en la producción de grasa abdominal son sólo una parte del genoma total, y los científicos siguen tratando de descubrir otros genes implicados en la enfermedad. En el futuro, las pruebas genéticas podrán identificar a las personas con marcadores genéticos particulares que estén predispuestas a la obesidad abdominal. Esto podría conducir a tratamientos personalizados.
El estudio analizó una amplia cohorte de mujeres europeas de entre 40 y 69 años. Los investigadores buscaron variantes genéticas que pudieran predisponer a las mujeres a la obesidad. Estas variaciones genéticas se asignaron aleatoriamente a las mujeres al nacer. Esto proporciona a los investigadores una forma de medir la obesidad en las mujeres sin tener en cuenta los factores ambientales y de estilo de vida.
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